Relato invisible

Author: Ilá Al-wálad /




A comienzos del 2012, Andrés Sborovsky visita Valparaíso por última vez. Su equipaje consistía en una mochila tipo estudiante, azul mezclilla, con una banderita de la nación mapuche que había adquirido en Temuko dos semanas antes. En ella una muda completa, y tres dados. Lo que visto en el estío, no es nada. Se le vio saliendo del "Kanario" completamente borracho y acompañado de un tal Rodolfo Kurchan, quien llevaba bajo el brazo un ejemplar en checo del nunca bien ponderado "Cabeza abajo" de Pavel Kohout. Al decir del informante, los sujetos no parecían peligrosos, "se notaba que eran personas decentes".

Triztan Malaphata reconoció los dados hallados por los peritos durante los peritajes. Dijo que había estado bebiendo con un gringo que no hablaba español y que le aseguró que todas sus decisiones en la vida las echaba a la suerte. Que mientras se rajaba con las piscolas, le explicó una técnica infalible aunque quizás pudo ser un juego, o una broma, o una payasada, o una maldición. Los dados en cuestión eran inconfundibles, porque no sólo no eran blancos ni rojos, sino que además, por ejemplo, en la cara del cubo en donde debía ir el número tres denominado con los clásicos tres puntitos negros, (o blancos en el caso del dado rojo) habían incrustados tres diamantes. Y la sorpresa fue mayor cuando Malaphata visualizó que en el casillero en donde debía ir el seis, los seis diamantes habían sido arrancados. Malaphata prefirió evitar las conjeturas apresuradas y no quiso suponer –aunque no pudo evitarlo- que alguno de los peritos habíase embuchado las piedrecillas, aunque pensóselo mejor, y lo descartó.

Rodolfo Kurchan vestía como un caballero. Como un caballero de Europa del este en los tiempos de Salvador Allende. Llevaba una camisa a rayas, pantalón amasado y una chupalla hecha a la medida en el Champion de Rancagua del año en que… Sin embargo, los motivos que lo trajeron al Valle del Paraíso le parecieron completamente absurdos -no, ridículos, escalofriantes- a los compinches que aceptaron todos los tragos que este pagó con gusto y los arroyado/palta que comieron con gusto antes de sacarlo a patadas del "Parlamento Chico" después de que confesara haber hecho pacto con el diablo. Por suerte –ay la bendita suerte– Magdalena Etnama Anivid pasaba por la puerta del local en el exacto momento en que el europeo aterrizaba con el pecho en los adoquines y tres dados rodaban a perderse en la azarosa noche porteña.

En secreto, cada uno de los testigos eligió un número entero positivo. Luego se les pidió que revelaran su elección. Antes de la partida se discutió sobre cual de las versiones se utilizarían. Lo típico era que el ganador fuese aquel que se apropia de la cifra más baja que no esté repetida. No obstante, decidieron a mano alzada que el desafortunado vencedor, fuese el segundo número más bajo que no esté repetido. Pero Danilo Cuevas -un experimentado conocedor de las triquiñuelas del azar- preguntó en voz alta: ¿Qué número conviene elegir?

-Evidentemente no el 1, dijo uno, jamás podría ser el segundo número más bajo.

-Queda descartado.

-¿Y el 2?

- Bueno, si nadie elegirá el 1, el 2 no podrá ser nunca el segundo número más bajo. También queda descartado. Si nadie elige ni el 1 ni el 2, tampoco es razonable elegir el 3; de la misma manera se descartan el 4, el 5, el 6, todos. Conclusión: no conviene elegir ningún número. Sin embargo – y en esto reside la gracia del juego, es infalible-, alguien tiene que ganar, porque el resultado no depende de la habilidad o destreza de los jugadores, sino exclusivamente del acaso.

Suponga usted le dijo Camilo Penoi echado sobre la barra al gringo. Suponga usted que lo han tomado preso y que lo han encerrado en una peculiar celda, en la cual hay una puerta que conduce a la salvación y otra a la muerte. Imagínese ahora que en una de las puertas hay un guardián que no puede mentir y en la otra otro que no puede decir la verdad. Para salir de la celda solamente puede hacer una pregunta a uno de los guardianes. ¿Qué debes hacer? El gringo alzó la copa, escupió al suelo y brindó a la salud de la incertidumbre y le hizo saber a Penoi que su pregunta le regocijaba de contento, que sentía una hinchazón en el pecho en el alma. Y enseguida le preguntó si por casualidad conocía a Laura Spivak, a lo cual respondió que no. Y luego sentados ahí mismo, en aquel lugar infinito, ya ebrios y cansados de perseguirse y tratar de pillarse, oyeron decir a uno de los otros que apoyaba el codo en el tablado que trabajaba para una monstruosa corporación dedicada la producción de muebles y artículos para el hogar que le decía a su acompañante: "¿sabes cómo mi compañía acaba con su competencia?" La música y el murmullo despistó a los oyentes una vez más. Así que partieron cazador y presa, a perderse entre las escaleras y la luna alunada que contemplaba seca las andanzas de semejantes criaturas.

Los comerciantes no se ocupan sino de hundirse mutuamente; tal es el fruto de la libre competencia.

A partir de este momento todo se vuelve confuso. Los datos que recolectamos en las pesquisas no nos entregan ninguna certeza. Qué hacer, cómo salir de la encrucijada en la que nos encontramos -Ayúdanos señor te rogamos. Sólo un nombre. Un pista que nos puede conducir a la "captura" del sospechoso, que nos puede conducir a la solución del enigma, que nos puede conducir a las razones que motivaron semejante locura, que nos puede conducir al éxito, que nos puede conducir.

La "Caos Secta Play " Fue fundada en el equinoccio de primavera del noventainueve en una localidad virtual ubicada en www.caos_secta_play.tk, Allí, como puede enterarse cualquier lector curioso, se desarrollan numerosas y variadas partidas de toda clase de juegos de azar en donde los triunfadores son llevados de un nivel a otro a medida que van realizando las acciones que sus apuestas y triunfos y sus golpes de suerte designan. No es fácil aunque las reglas del juego son simples. El que gana no sabe bien lo que gana pero debe cumplir con el pedido de caos. De esta manera, el azar va guiando el comportamiento y la conducta de los jugadores en la vida real. No queremos relatar ejemplos para no matar la magia del sitio, si algún interesado esta dispuesto a ser participe del juego, bien por él, porque ya sabe donde encontrarlos.

La partida se desarrolló como de costumbre, como supimos por el traidor, se jugó en modalidad "San segunda". Los resultados fueron: jugador A(4); jugador B(4), JUGADOR z (cuatro); jugador V(4); jugador J(4); jugador R(4); jugador K (9); jugador & (nueve). Los jugadores T, H, C, obtuvieron 6, 6, 6, respectivamente. Por lo que el concursos se declaró empatado y tras arduos días de disputa se echó a la suerte la suerte de los jugadores y la suerte decidió que t, h y c ganaban y punto. Pero eh pa, todavía hubo que repartir las acciones triunfantes (las tareas a realizar en la vida real), lo cual se decidió por una partida de cachipún triple al mejor de 19 lanzadas.

Y la suerte quiso que todo anduviera al apa de los acontecimientos, por más extraño que parezca, ahora que ya todo acabó, ahora que podemos enlazar los sucesos nos damos cuentas de que todos hemos sido unos títeres del sentido, del destino, del azar, la suerte el acaso la casualidad y el sincronismo, todo pasando independiente e interdependiente de nosotros, la metavivencia como espejo del in/conciente colectivo. La paradojal efervescencia del ir y venir al estar. Vivimos tiempos convulsos, nadie sabe realmente quien es quien y que pretenden las miradas obscenas, obsesiones objetables de ser obsequias. El finado era poeta. Y cuando murió lo taparon a loas y elegías. Poeta itinerante que recorría restaurantes, bares, pubs y lupanares, ofreciendo su creación portátil, cuya poesía ocultábase en sus fascinantes ediciones de cartón pintado. Increíble y cierto, pululaba como alma en pena por el puerto todo. Y en más de una ocasión se nos sentó a charlar y luego tuvimos que apartarlo porque su presencia se nos hacía insostenible. No sé porque, quizá su espíritu aislado, tal vez un reflejo de otro yo en otro tiempo. El horror del arte que encarnaba. En todo caso, el gringo le compró todos los textos que esa noche cargaba y los repartió entre la muchedumbre que a esa hora repletaba el bar.

Caminó. Caminó y caminó hasta que cruzó toda la ciudad. Esa noche habían preparado un nuevo convite, donde disfrutaron el vino, el ingenio y la buena comida según un orden espontáneo, libre de toda ley y moralidad. El único problema fue que la policía pescó a algunas de las pirañas encargadas de rapiñarle al Lider la cena de esa noche. Así que toco esperar un rato por los ingredientes de la mexicanada a la chilena. Ella llegó a picar para todos. Esa fue su cuota. Para sorpresa nuestra –juesú-, la chica pícara saco del bolsillo las piezas más preciosas que nadie vio nunca jamás. Saltaron de alegría y luego de comer bailaron y cantaron desnudos de placer guiados por un exceso de pasión que los condujo a la calle a quemar un banco -un cajero automático creo- y fue allí donde de pura casualidad se les pegó. Lo invitaron luego a la casa a continuar con el cumbión y el gringo se sumó con elocuencia a la preparación de cócteles mexicanoides que deleitaron a la muchedumbre que a esas horas, no podía creer la suerte que les bendecía la utopía tantas veces soñada y revolvida hasta el cansancio.

Los dados fueron vendidos a un traficante de piedras preciosas por una suma enorme, con la cual adquirieron un terreno lo suficientemente apto para iniciar el plan de fuga, para refundar Kroatán. La gente de la comarca ya no se espanta por las locuras de los muchachuelos que rehabitaron la vieja mansión embrujada. Pues el amor a la pachamama que expresan en cada uno de sus actos, la pasión con que llevan a cabo sus proezas existenciales y la economía de sus gestos ha provocado en los aldeanos un sentimiento de asombro y regalía para con ellas y ellos. Vivir es regalarse.

Al jugador C no le quedó otra opción que cumplir el divino mandato del azar. Y como todo designio supremo ocurre sin el más mínimo control por parte de nuestra racionalidad instrumental mecanicoide, ni siquiera tubo que trasladarse. La Muerte es mujer, pensó C mientras esperaba que el fenómeno se presentara nítido ante sus ojos, su olfato, su tacto, y en fin. Le cayó en bandeja mientras bebía unos tragos tranquilamente echado sobre el tablado de un inmundo bar porteño. Creo que fue en "Los siete machos", lugar irresistible para cualquier jugador. Y sí, todo ocurrió y el tipo llegó y quizá se reconocieron pero es muy probable que no. Pero cabe la remota posibilidad de que la víctima, el maestro del ingenio, también pertenezca a la Caos Secta Play, aunque no podemos asegurarlo y el que maneja los hilos de esta pseudo realidad no se ha decidido aun por lo que corresponde. Pero bien, llegó y el plan era simple, la zorra y el cuervo frente a frente, dispuesto a quitarle el caramelo al niño, porque las selvas en las que se movían, por este puerto que amarra más que el hambre, C se manejaba con todo el sigilo y la armonía del mundo. Con toda calma colocó su mochila azul sobre un piso y se sentó al lado de C. C lo miró de arriba abajo y le preguntó si era de por aquí, el gringo movió la cabeza negativamente. Habla usted español volvió a arremeter C y el gringo nuevamente negó. Entonces C saco su ingles de pacotilla y empezó a platicarle al gringo, los comensales del inmundo bar no daban crédito a lo que estaba ocurriendo, de cuando acá que aquí se nos vienen a meter estos gringos de la gran puta. Que el turismo es terrorismo y que a este weón hay que colgarlo. El gringo no se daba cuenta de lo que ocurría porque todo le parecía normal. C empezó a perder el control de la situación –o eso creía él. De pronto se vieron rodeados por cinco flaites que los miraban y se reinan como un piño de hienas babeando a priori por lo que está apunto de ocurrir. El gringo se paró exaltado y una mano bruta se apoyó en su hombro y lo sentó de una y se escucho un jocoso pa'h onde vai shushetumare. El Gringo no perdió el control, viejo lobo. Se paro de todas formas pidiendo permiso para ir al baño –en su vida volvería a ver un baño tan asqueroso como ese-, sacó los dados del bolsillo mientras meaba, los acaricio, los hizo rodar en sus manos y volvió a la barra. Tomó asiento y le pidió a C que tradujera a viva voz lo siguiente: "señores, en mi pueblo a nosotros nos encanta jugar, y quisiera compartir con ustedes una adivinanza que ni el tipo más astuto ha podido adivinar". A los cabros les pareció gracioso así que -tire su wea de adivinanza-, grito alguno. "Bien, cuatro equipos participan de un cuadrangular de fútbol, jugando una vez contra cada rival. Al final del torneo, cada equipo metió exactamente tres goles y no hubo dos equipos con la misma cantidad de victorias. ¿Cuáles fueron los resultados de todos los partidos?" Peluo. Se escucho decir. Pasó el rato y nadie dio en el clavo pero se reían y le echaban la talla al gringo, o más bien a C pa'h que le tradujera. Se calmaron las bestias jugando y luego se despidieron amablemente incluso se sacaron unos buenos paraguas pa'h la mente. Luego C y el gringo abandonaron el bar con rumbo a la plaza Echaurren.

ürsula

Author: Ilá Al-wálad /

La clara tendencia a la que tiendo, cuando me detengo a pensar lo que podría ser cuando, estorba. Recorrer senderos escalando peñascos toscos, hoscos y peludos, para resolver el enigma de que no hay enigma, y sólo envejecemos. Y la renovación no llega y sigue rodando la pelota secular, y hasta cuando cuando.

Se muere todo, todo perece. Y no hay problema en aceptarlo, pero por qué me perturba entonces el descontrol de lo que no controlo, y a la vez deseo descontrolar. Me gustaría prescindir de las cavilaciones que me vacilan, y matar al pedagogo que llevo dentro.

Y dejar de educarme en las artes de la cultura para saborear la última de las liberaciones inalcanzables: el analfabetismo. Y es cierto que la crítica de la totalidad es una burrada, pues anularlo todo nos deja nada. Y a un paso de las abstracciones terriblemente charchas del mal entendido.

Es cuestión de tiempo, lo sé, dejar de perderse. Y volver a palpar los olores sectarios de la muchedumbre ardiente por héroes crucificables. ¿O temen acaso, a las babas de los vándalos que imponen sus propias cuestiones a los demás? Me inquieta saber que el solo hecho de estar presente reinvente la tiranía que sugiere la incertidumbre de contar con la soltura de lengua que escandaliza mi imaginación.

¿Llegará el tiempo en que perdido en la montaña me levante a hacer mis ejercicios, fumar un buen chilum y pasar el día sin pensarlo? Me vuelve a tentar la vejez, haberlo vivido todo ya cuando aún no se ha comenzado siquiera a dejar huellas y esta puta nostalgia por el futuro.

Perder los pasos es cuestión de escrúpulos, y ni siquiera cuestiónese lo que quiero decir. Es simplemente la necesidad de escupir criterios y juicios y opiniones y consecuencias. Y ni eso basta para negar inmediatamente el intento de los objetivos planeados.

Huir de uno mismo de tanto amarse, ocultarse uno mismo para ser todos, y correr desnudo sobre el monte del olvido.

Es una pena desacreditarse ante los ojos ardientes de quien anhela vuestras palabras, pero ante todo la inútil honestidad que nos caracteriza y callar, y no puede más que suspender el contacto, con los vientos del azaroso devenir; e inquietud infame.