Malestar en la lectura

Author: Ilá Al-wálad /

Alguien está escribiendo exactamente lo que deseo leer. Ese perpetuo sueño de crear está en otras manos, por todas partes hay un niño jugándonos la más simpática de las travesuras. Es rico porque se aligera una especie de responsabilidad –gratuita- por hacer algo que retumbe. Es rico porque uno no tiene que ejercer nuevamente el desgaste de fabular la propia experiencia.

El texto ha sobrevivido a la inmunda sensación de insatisfacción que nos provoca y nadie puede explicarlo, porque el sentir es intransferible en palabras. Y nuevamente dejados llevar por un descuido la palabra protagoniza el sentido y la forma de la escritura. Desligarse de esta aporía es un anhelo incesante. Y nos leemos y es peor. No sabemos que esperar y esta duda nos remite al silencio, a un silencio que tampoco es tal, pues las palabras vienen a la mente y nos vamos figurando un discurso que a regañadientes pretende salir de nuestra boca y evocar y convencer y corromper a no sabemos que diablos. No da igual, y sin embargo nos quedamos con esta palabrería, porque la satisfacción que nos consume no llega, el deseo de exponer un trozo que sea lo suficientemente orgásmico como para deleitarnos no, no aparece, el placer nos esquiva cuando lo pensamos y ante eso nada podemos hacer.

Pero ninguna de estas razones son las que nos enfervorizan, sino más bien la necesidad de exponernos y la imposibilidad de satisfacer dicha necesidad debido a la auto censura que nos aplicamos. No porque si, pues anhelamos cierta coherencia con nuestro sentir, por lo menos una escritura que represente nuestra visión del mundo y no una visión del mundo que nuestra escritura nos re-presente. Ver el mundo por medio de las imágenes, no solo las escritas, tergiversa la realidad y se la come y ese canibalismo es el causante de un pesar generacional que tiene que ver con el hastío que sentimos hoy por hoy, y que por lo demás me está consumiendo. Aburri-miento.

Igual la cosa no es para tanto, el problema en realidad es la falta de motivación por seguir aportando más y más letras a la vorágine de letras que se encuentra por doquier. Tanta exposición y sin embargo vacío. Qué hacer, cómo callar, cómo estarse quieto cuando lo único que se nos ocurre es seguir con este parafrasear.

No quisiera ser yo quien desengañe a todos esos lectores incansables, pero el cansancio y la desilusión se me imponen a contrapunto, porque lo que gusto leer ya sólo me entretiene o me da envidia. Qué terrible, ya la lectura aporta muy poca magia, como si el imaginario se nos atrofiara de tanto leer y releer los mismos mitos una y otra vez. Hasta los dichos se traducen de lengua en lengua modificando algo que no es lo que realmente importa. Y qué es eso que realmente importa. Tampoco lo tenemos claro. Lo que si está claro en todo caso, es el abuso en que caemos aquellos que contamos lo que pasa por nuestras cabezas.

Sépase, no obstante, que actúan como un vicio, tanto la lectura como la escritura. La escritura aparece cuando hay ánimo, cuando las ganas y la atmósfera y las interrupciones se diluyen, cacareo. La lectura es diferente, por lo general de a dos o más libros, ahorita ando con Arlt, Piglia y Aira. Busco desenfrenadamente un mensaje entre tanto y tanto relleno. No es que lo busque, no es que salga yo a cometer un esfuerzo por alcanzar la señal, más bien lo espero, tranquilo, al correr de las páginas. Leo desenfrenadamente y hay veces en que no…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermano de las nubes yo soy, hermano de las nubes, de las errantes nubes, de las ilusas del espacio. Sentimiento poetico de una pesima caligrafia.
UN abrazo fraterno, de otro que sufre el amor antes del desayuno y te lee. Hermono

cristina damian dijo...

vamos a revolucionar la novela,
la lectura-escritura,
la vida, el arte, la política, el espiritu,
créeme