“Lo anterior...fue sólo un mal viaje”
BabaSónicos
BabaSónicos
¿Cual de todas eras? ¿A dónde me llevan estos rastros? ¿Eres todas ellas? ¿Hacia qué extraños paisajes viajo al invocarte... musa de las delicias?
Me queda tu amor libre para reamarte... ahora que te añoro como siempre.
Todo parece como si nunca llegará la hora de pasarnos al otro lado. Responder el llamado de la serpenteante tentación. A los ríos, a los montes, a las noches, al desierto. Amanezco abonado por un malón diabólico que nuestra santa serpiente nos ha enroscado. Y vibro. Estremecido como un lactante ante su teta... suave, todo ternura todo orgasmo, festejo ardiendo por vos... madre de todas las pasiones y matriz de todos los deseos.
Transportemos nos ya pronto. Me dice. Cuando le clavo una mirada carismática y me convence con su aliento de otro espacio tiempo. Paralelo a este sentir de papilla atómica, me voy llevando contra la inconsciencia, contra el mundano abismo de las apariencias, que delatan el rugir del tiempo muerto que me indigesta. Este dolor de nada subiendo hasta el idioma, allí, todo cara dura, gota a gota seduciendo el paraíso que se perfila juguetón, o un susurro del crepúsculo. Educada por esclavos de la tristeza te probé, quizá en una lengua extranjera y sin embargo el brillo de tus ojos.
Quise adelantarme al murmullo de las sombras y juguetear con tu recuerdo ido; a veces siento como si no fueras tú quien aviva la comezón que me inquieta, tu simpleza mente lúcida desnudes sonriente, que va i vuelve en todas partes.
Y te deseé buena suerte como de costumbre. Sobre tu escoba pregonando la fuga ibas ya atenta a los desencuentros que el andar ofrece, al ocaso. La virtud nómada de los vientos. La magia de la bestia danzante que coquetea al fondo. Tienta mis fauces dulces tiernas que esperan regresar a gustar los frutos de tu arabesco contonear. Bella, el alma que se escapa al fingido eco de los tiempos, y penetra en la plenitud de lo que ocurre, en este instante: el bambolear de su éxtasis sereno que contagia.
Vuelvo entonces abrazado a tu canto sordo mi cuerpo alerta, y despido un sediento perfume que saboreas para tantearme. Y despierto, como si la noche toda ultrájese mis salvajes instintos, para verte, aquí, otra vez, bajo la falda de tu falda ausente; y mi regocijo.
-Solo los nómadas descubren nuevos mundos.
Se detuvo el bus allí donde más me dolió el rodillazo que acompañó tu casual permiso. Esa agresividad tuya con que paseas tu belleza me despertó del ensueño que no dormía. Y toda la realidad se desprendió para refrescarme el trayecto. Me adelanté a lo supuesto y bajé.
La cuprosa estatua humana besaba a una pequeña en su mano y vi caer tres monedas más. El hombre impávido sale de su quieta ficción para desplazarse a las praderas del lejano oeste y disparar su rifle. Se notaba por su vestimenta que había sido agasajado por una tribu piel roja y que por lo menos una temporada pasó en Croatán. Porque las balas caían sobre los fachos transeúntes de todos los tiempos, que tantas matanzas llevaran acabo por no saber bailar la danza de la lluvia y otra tantas avaras envidias. Y seguí sin rumbo a la deriva. Saboreando tu aliento aquel.
Ahora que todo ha pasado ante mis cansados intentos de reconstruirte por enésima vez, vuelvo a buscar tus señas entre los parajes vírgenes de la contradicción y me despierto. Te busco con la sed de antaño, con la pasión desbocada que provocará en mí ese perfume incierto e infame, te visto cual efímero arrebol abismando el horizonte. No te caigas… levántate… corre… y redescubre el amor. Eso que la santa ley del padre oculta a tu uterina belleza. Lo anterior fue sólo un mal viaje a los sólitos territorios comunes a tu melancólica pereza. Aquello que justifica tu perdición para colmo de comparaciones. Y te despides y huyes con tus promesas de amor empuñadas y una lagrima pálida.
Acaríciame antes de que vacile el tiempo, y desaparezca conmigo esta ingrata, pero reconfortante forma de traerte a mí, aunque sea no real el recuerdo que perdura y vase. Entre esta cómoda sensación de ausencia y nuestra historia personal disuelta en las lágrimas que encumbro para evocarte, amor, perdido entre los dones de la oscura clarividencia, despiertas en mí este malestar que me compromete.
Resuelto en todo caso, a satisfacer la necesidad indómita de traer a ruedo las mismas palabras que ayer usara para persuadirte, y dejar escapar ese abandono. Borradas las huellas tendré otro nombre, olvidado por el rumbo solitario de la maldad, fuera de lo común, este encuentro desnudo de prejuicios y ansioso de anhelos que no logro deshojar del todo para seducirte. Sin motivos y fraguado el vicio que nos ata me alejo hasta ti, bañando el recuerdo con el capital destrozo de este pobre corazón. Por que es imposible olvidar tu delicia, irresistible nadar contra tu atracción, el tiempo no sé... detiene ante tu dulzura, víbora irresistible bébote gota a gota para abrazar este romance… amor. Y ese suspiro al aire que vuela a mi encuentro te convence. Floreces ahora cuando el frio me azota, y es imposible olvidarte, irresistible tu contoneo, tu tentación mi salvada .
Acurruquémonos mi amor y olvidemos esas lenguas que nos oculta el norte. Alejémonos de una vez y sostengámonos en esta simpleza sin miedo ni medio que la someta a la negación. De lo que fue no hay más lo sé pero me olvido y te llamo deseoso de complacerte... Atrévete.
Las cartas de amor leídas al aviento no tuvieron mejor futuro que la hoguera. Es que el después prometido y los gestos idos no reflejan la pasión desgastada por el acoso. Las borracheras colectivas y los elocuentes cuerpo a cuerpo que saciaran la sed de mi vientre podrido. Llegué incluso a pensarme hermafrodita para atiborrar el desconsuelo de no degustarte, lengua frágil y dura la que sembrara el cosquilleo en tu sexo y saboreara los jugos de tu libertina presencia.
¿Cual de todas eras? ¿A dónde me llevan estos rastros? ¿Eres todas ellas? ¿Hacia qué extraños paisajes viajo al invocarte musa de las delicias?
Me queda tu amor libre para reamarte... ahora que te añoro como siempre.
Me queda tu amor libre para reamarte... ahora que te añoro como siempre.
Todo parece como si nunca llegará la hora de pasarnos al otro lado. Responder el llamado de la serpenteante tentación. A los ríos, a los montes, a las noches, al desierto. Amanezco abonado por un malón diabólico que nuestra santa serpiente nos ha enroscado. Y vibro. Estremecido como un lactante ante su teta... suave, todo ternura todo orgasmo, festejo ardiendo por vos... madre de todas las pasiones y matriz de todos los deseos.
Transportemos nos ya pronto. Me dice. Cuando le clavo una mirada carismática y me convence con su aliento de otro espacio tiempo. Paralelo a este sentir de papilla atómica, me voy llevando contra la inconsciencia, contra el mundano abismo de las apariencias, que delatan el rugir del tiempo muerto que me indigesta. Este dolor de nada subiendo hasta el idioma, allí, todo cara dura, gota a gota seduciendo el paraíso que se perfila juguetón, o un susurro del crepúsculo. Educada por esclavos de la tristeza te probé, quizá en una lengua extranjera y sin embargo el brillo de tus ojos.
Quise adelantarme al murmullo de las sombras y juguetear con tu recuerdo ido; a veces siento como si no fueras tú quien aviva la comezón que me inquieta, tu simpleza mente lúcida desnudes sonriente, que va i vuelve en todas partes.
Y te deseé buena suerte como de costumbre. Sobre tu escoba pregonando la fuga ibas ya atenta a los desencuentros que el andar ofrece, al ocaso. La virtud nómada de los vientos. La magia de la bestia danzante que coquetea al fondo. Tienta mis fauces dulces tiernas que esperan regresar a gustar los frutos de tu arabesco contonear. Bella, el alma que se escapa al fingido eco de los tiempos, y penetra en la plenitud de lo que ocurre, en este instante: el bambolear de su éxtasis sereno que contagia.
Vuelvo entonces abrazado a tu canto sordo mi cuerpo alerta, y despido un sediento perfume que saboreas para tantearme. Y despierto, como si la noche toda ultrájese mis salvajes instintos, para verte, aquí, otra vez, bajo la falda de tu falda ausente; y mi regocijo.
-Solo los nómadas descubren nuevos mundos.
Se detuvo el bus allí donde más me dolió el rodillazo que acompañó tu casual permiso. Esa agresividad tuya con que paseas tu belleza me despertó del ensueño que no dormía. Y toda la realidad se desprendió para refrescarme el trayecto. Me adelanté a lo supuesto y bajé.
La cuprosa estatua humana besaba a una pequeña en su mano y vi caer tres monedas más. El hombre impávido sale de su quieta ficción para desplazarse a las praderas del lejano oeste y disparar su rifle. Se notaba por su vestimenta que había sido agasajado por una tribu piel roja y que por lo menos una temporada pasó en Croatán. Porque las balas caían sobre los fachos transeúntes de todos los tiempos, que tantas matanzas llevaran acabo por no saber bailar la danza de la lluvia y otra tantas avaras envidias. Y seguí sin rumbo a la deriva. Saboreando tu aliento aquel.
Ahora que todo ha pasado ante mis cansados intentos de reconstruirte por enésima vez, vuelvo a buscar tus señas entre los parajes vírgenes de la contradicción y me despierto. Te busco con la sed de antaño, con la pasión desbocada que provocará en mí ese perfume incierto e infame, te visto cual efímero arrebol abismando el horizonte. No te caigas… levántate… corre… y redescubre el amor. Eso que la santa ley del padre oculta a tu uterina belleza. Lo anterior fue sólo un mal viaje a los sólitos territorios comunes a tu melancólica pereza. Aquello que justifica tu perdición para colmo de comparaciones. Y te despides y huyes con tus promesas de amor empuñadas y una lagrima pálida.
Acaríciame antes de que vacile el tiempo, y desaparezca conmigo esta ingrata, pero reconfortante forma de traerte a mí, aunque sea no real el recuerdo que perdura y vase. Entre esta cómoda sensación de ausencia y nuestra historia personal disuelta en las lágrimas que encumbro para evocarte, amor, perdido entre los dones de la oscura clarividencia, despiertas en mí este malestar que me compromete.
Resuelto en todo caso, a satisfacer la necesidad indómita de traer a ruedo las mismas palabras que ayer usara para persuadirte, y dejar escapar ese abandono. Borradas las huellas tendré otro nombre, olvidado por el rumbo solitario de la maldad, fuera de lo común, este encuentro desnudo de prejuicios y ansioso de anhelos que no logro deshojar del todo para seducirte. Sin motivos y fraguado el vicio que nos ata me alejo hasta ti, bañando el recuerdo con el capital destrozo de este pobre corazón. Por que es imposible olvidar tu delicia, irresistible nadar contra tu atracción, el tiempo no sé... detiene ante tu dulzura, víbora irresistible bébote gota a gota para abrazar este romance… amor. Y ese suspiro al aire que vuela a mi encuentro te convence. Floreces ahora cuando el frio me azota, y es imposible olvidarte, irresistible tu contoneo, tu tentación mi salvada .
Acurruquémonos mi amor y olvidemos esas lenguas que nos oculta el norte. Alejémonos de una vez y sostengámonos en esta simpleza sin miedo ni medio que la someta a la negación. De lo que fue no hay más lo sé pero me olvido y te llamo deseoso de complacerte... Atrévete.
Las cartas de amor leídas al aviento no tuvieron mejor futuro que la hoguera. Es que el después prometido y los gestos idos no reflejan la pasión desgastada por el acoso. Las borracheras colectivas y los elocuentes cuerpo a cuerpo que saciaran la sed de mi vientre podrido. Llegué incluso a pensarme hermafrodita para atiborrar el desconsuelo de no degustarte, lengua frágil y dura la que sembrara el cosquilleo en tu sexo y saboreara los jugos de tu libertina presencia.
¿Cual de todas eras? ¿A dónde me llevan estos rastros? ¿Eres todas ellas? ¿Hacia qué extraños paisajes viajo al invocarte musa de las delicias?
Me queda tu amor libre para reamarte... ahora que te añoro como siempre.
1 comentarios:
Delicatessen....
Tus textos no pueden dejar indiferente a nadie.
Gracias.
FC
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