Dos

Author: Ilá Al-wálad /

* *

Sinceramente, el estado de su salud no evoluciona. Digamos que aun se encuentra en el limbo, esperando que la luz del sol lo despierte. Fue una noche intensa, pero sin extravagancias, sólo que esta vez el éxtasis de su aventura lo encadenó al ritmo de los muertos.¿Qué de cuales muertos te hablo? Escucha.
Resulta que cada mañana, mucho antes de que te despiertes, ya están ahí, unas figurillas criaturillas venidas de otro mundo, vigilando el comportamiento de tus pasos. Te levantas y hacen un recuento a viva voz de tus quehaceres, de lo que debes hacer hoy en tu cotidianidad. Tú no te das cuenta, pero te hablan a ti, no piensas que los escuchas pero las vocecitas te llaman, te dirigen el ritmo, te advierten del tiempo desperdiciado en tus divagaciones. Van acomodando tu día a su antojo. Que pone a hervir agua para un café, que tienes hambre –te preguntan y tú respondes. Pues el café está listo, que vístete, que ayer dejaste pendiente tal cosa, que hace frío, que el día está húmedo como las comisuras de tus sueños, que el alba se aleja y ya se hace tarde.
Tarde para qué. Para iniciar el día. ¿Pero es que acaso el día no se inicia por sí mismo cuando la aurora se instala toda refrescante? Así fue pero ya no lo es más. Ahora hay que entenderse con el cronómetro que el tiempo es oro y no podemos desperdiciarlo en elucubraciones blasfemas. Al trabajo, cueste lo que cueste, aunque los huesos se retuercen pidiendo unos minutitos más de horizontalidad esponjosa. No, no hay tiempo, corre vuela salta a enfrentar tus responsabilidades.
Están golpeando la puerta y dejó lo que estaba haciendo hasta aquí. Se paró desganado y abrió.

-¿Qué pasa satanás, estabai durmiendo?
-Qué tal maricón, como estay.

Caminan hablando, toman asiento, la comadreja ceba un mate.

-Conchetumadre esta caliente esta wea.

Risas.

Bebe, se incorpora.

-Te traje un regalo- Saca del bolsillo una piedra con un sonrisa dibujada.
-Gracias, me hace falta, pues no sabes lo que me ha pasado.
-¿Qué wea?
-He perdido todo el material?
-¿Qué material, la novela?
-Si weón
-¡Puta que soy weón vo! ¿Y cagaste na que hacer?
-Nada
-Por algo será
-Eso espero, lo bueno es que no me queda más que empezar y olvidar el resto, seguir construyendo la ficción total dentro de la ficción total que es mi vida totalmente ficcionalizada.
-Eso yo lo he escuchado
-¿A quién?
-No sé, pero a alguien famoso
-¿Qué mierda es la fama, qué es lo que hace a alguien famoso?
-Yo creo que la cantidad de lectores
-Eso, exactamente eso es la fama, vo sos un genio weón.
-Gracias, es lo mismo que piensa mi madre.

*


No hay vuelta atrás, pensó, he cruzado el punto donde ya no hay retorno, he sido obediente y me he comprometido con un desconocido. He renunciado y ahora debo responder a mis obligaciones económicas de padre. Habrá que reducir gastos, y se rió otra vez diciendo; ¡como si gastara mucho!

Esa noche ambos soñaron. Uno soñó que orinaba en una noria contemplando desde arriba el reflejo de su figura que no distinguía, no se veía. Era de noche y él era niño. Meaba, desde la altura el chorro de su agüita amarilla se alzaba como una gran parábola enfrentando la caída, terminó por despertarlo abruptamente obligándolo a correr al baño. El Otro soñó que tenía una máquina para resucitar escritores. El escritor que el quisiera. La maquinita funcionaba como un traga moneda, sólo que en su interior no habían monedas, sino un espacio tipo ataúd en donde cave una persona de hasta un metro ochenta. Pensaba y pensaba a quien resucitar de su catálogo se escribidores muertos. Los dividía por áreas, filosofía, literatura, historia, etc. Su decisión resultaba difícil pues quería a un escritor que incluyera las virtudes y los defectos de sus favoritos. Quería al Súperescritor. Este era su sueño recurrente, de hecho el mismo lo diseñó. Con una extraña técnica que pulió desde joven, el hombre se concentraba y pintaba más o menos a su antojo los detalles, es decir la escena. Si deseaba soñarse en la intemperie lo conseguía sin problemas, también si decidía estarse en un bosque o en el mar, por ejemplo, soñarse con persona que el conocía, o construirlas físicamente al estilo de un cirujano plástico. Eso no. Da igual. Ambos soñaron esa noche y también durmieron profundamente.

Uno durmió como de costumbre en su casa junto a su mujer, la madre de su hija, a quien acompañaba hasta el jardín infantil a diario, luego caminatas por las calles del puerto desde Playa Ancha al Cerro Alegre.

El otro por su parte, durmió en la toma de la facultad de humanidades. Por esos días, como es sabido, en la Upla, donde estudiaba educación básica, se estaba llevando a cabo una peculiar toma. Y ahí estaba él. Acostado en una colchoneta y tapado con una manta que alguna de las chicas le había dejado sobre el rincón de siempre.

La toma de este año estuvo repleta de anomalías, por primera vez no eran los jotosos los que manejaban los hilos a su antojo, un conglomerado de gente no militante y algunos chicos del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) eran quienes agitaban y mantenían la toma, sin embargo los jotosos "participaban" –resistían- desde adentro, la base Frida Kahlo dormía también en la facultad, nos espiaban, nos carcomían.

Esta vez todo empezó cuando los compañeros de bibliotecología ya llevaban 11 días de huelga de hambre, en el aula magna de la universidad, en donde los visitamos para hacerles una entrevista.

Una Novelita Textimonial

Author: Ilá Al-wálad /


He estado escribiendo, o mejor dicho estuve escribiendo este texto, un principio de novela que le alcanzó para novelita. Pero en fin, un texto que comparto, ahora que ya me he desligado de su proceso creativo y lo he abandonado, pues me resulta mucho más facil desparramarlo... Aqui les va. Salud...!


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En un lugar de Playa Ancha, de cuyo nombre no puedo acordarme, va caminando personaje, dispuesto a todo, pero no sin antes echarse una cagadita, pues esta aprentando el culo para no evacuarse.


Nadie sabe cómo ni cúando entendió que trabajar era perder el tiempo. Un tiempo doblemente derrochado que podría ser vivido gratamente doblemente derrochándolo en el amor, en sus divagaciones, ensueños y vigilias, en sus placeres carnales y en sus pasiones. Así como los achaques del cuerpo en su conjunto, su cansancio y aburrimiento, sus crisis nerviosas y su dolor de espalda, ni modo, la jornada laboral continua desgastaba su genio y físico.

El amaba la noche. Desde pequeño llegó atrazado a todo. De pronto, no dejó de reflexionar al respecto. Se dijo, claro, mi tiempo libre, mi supuesto tiempo libre está condicionado a la maldita hora en que debo levantarme. Por eso no encuentro descanso.

Mientras todo esto ocurría transitaba desde su casa a la pega. Absorbido en una imagen inaprehensible: el paisaje a través de la ventana a la velocidad del autobus. Por lo que su desplazamiento no le reportaba esfuerzo pensaba. Hablaba con sí mismo, se iba conociendo y sostenía, de pronto, una sensación de impotencia y esperanza, una sensación medio extasiante que le decía: ¡Sí, basta!

-El trabajo es forzado y forzoso. Y me pagan por ello, es como comprar un caramelo, o un teléfono, como pagar la cuenta del agua, sí, una mercancía cualquiera, mi trabajo es el objeto de mí consumo, yo soy un maldito sujeto de consumo. Y comenzó a reir.

Sin duda que esta lucidez demencial y paulatina, que le fue contaminando como un cáncer de libertad, lo hacía sentirse más vivo.
Trabajar más es vivir menos -Se dijo. Levantose del asiento, paró la micro, se bajó. Prendió un cigarro, caminó unos metros hacia la plaza Anibal Pinto y se sentó a contemplar a Poseidón.

Ahí nos conocimos. Yo que venía con la chamanidad al máximo, me le sente al lado.
-¿Qué te pasa? Nada. Cigarrillo. Cojió uno. ¿Todo bien? Mejor que nunca. Me reí.

Nos presentamos, conversamos y creo que ambos quedamos entre shokeados y confundidos por este azar y las coincidencias sobre nuestras inquietudes.
¿Nos tomamos unas chelas? ¿A está hora? -Pensó unos segundos. Yo también. Vale, vamos.

Mira, le dije, robé este libro. Miró la portada y me lo devolvió diciendo que a veces le resulta increíble encontrar sus pensamientos en libros que él nunca ha leído. Tomó otro cigarro y ordenó otra chela.

Y entonces dijo, Estás de acuerdo con el plan. Sí. ¿Seguro? Por supuesto. Bien. Pues hasta mañana, ahora tengo que recoger a mí hija del jardín. Sólo debo organizar algunos cambios y ya. Llamame mañana como a las 10. Listo. Suerte.