Esta vez trataré de ser honesto, tengo ganas de escribir un relato, un relato corto, tengo el tema. Tengo más de un tema, digamos, por ejemplo, me revuelve la cabeza trabajar una trama que disuelva el tiempo, como dice ludo, todos los días son lunes y los meses son marzo. Pero no sólo eso, pretendo escribir un cuento magistral, total, uno que sirva de ejemplo para jóvenes descontentos, que los conecte a la totalidad, que subvierta todos los valores a la vez, que sea imposible para la crítica, que llene de júbilo a los lectores, que los descoloque. Sí, lo sé. Mucha pretención para un aprendiz sin maestro, pero da igual, total, si los designios me han señalado a mí como el heredero milenario de la palabrería desbocada, debo confiar, sin más, en lo que salga.
Un niño visita un pueblo, un valle en los Andes, con su madre y su prima. El niño había estado un año antes en aquel lugar, con su primo y el hijo de su primo. Ahora recorre las calles con su madre, mostrándole los rincones en que estuvo, ¿no es hermoso? ¿No les parece una trama maravillosa? Un niño que recuerda lo que vivió junto a otro niño que no puede olvidar lo que vivió junto a los niños. Está retorcido no. Sí, pero sigamos.
Julio recorre nuevamente el paisaje que antaño albergó la algaravía paranóica de sus sueños. Está en la plaza, mira la pileta con los duendecillos y los pezcaditos de colores. Se se ve en el agua, oye voces lejanas, pide un helado. Lleva a su madre a la tienda y compran un jugo. Luego descienden por un callejón que desemboca en la isla, en aquella isla utópica en donde existió, alguna vez, una zona temporalmente autónoma. El viaje lo hicieron en bus, desde Valparaíso. Talasita llegó un día antes de la partida, con su mochila al hombro y un saco de dormir. Tiene 5 años. Julio se encargó de la tetera y la parrilla. Partimos, con rumbo fijo pero nomadeando. Al valle, al río. A la montaña.
La trampa del cuento es sencillamente compleja, un destino: Pisco Elqui. Un viaje que ocurre tres veces. ¿Han oído el acertijo del abuelo el padre y el hijo? ¿No? Que pena porque yo no me lo sé de memoria como para reescribirlo, pero ahí está todo. En ese acertijo está toda la magia del relato total que escribo.
El relato debería narrar el viaje de Julio(10 años) al Valle del Elqui. El primer viaje. Contar por ejemplo que acamparon en un erial sin pedir permiso, que por la mañana hicieron una fogata y cocinaron su propio pan –se puede aderezar con descripciones mínimas, como la recolección de la leña, el frío matutino, que si bien por la mañana está de día el sol no aparece hasta después de las nueve y media, debido a la altura de la montaña, etc.- que al otro día se fueron a un camping cerrado y que por casualidad se encontraron con el hijo del dueño, quien los autorizó a quedarse un par de noches sin pagar. Que ahí había un río canalizado para los viñedos del terrateniente, que lo usaron de tobogán. Que vieron una culebra dos veces, la culebra yendo río abajo la primera. La segunda culebra engullendo a un pajarito, también flotando río abajo, la persiguieron. En fin. La historia, o más bien las historias, el entrecruce de éstas, debe detonar en un momento en que todo pase y sea lo mismo al mismo tiempo. ¿Se entiende? La historia oculta debe aflorar por entre las matas, las malezas, del argumento. No se espere que todo sea claro a modo de coger la fruta del árbol. No. No puede ser evidente. Sabemos que el río fluye, pero no sabemos donde emerge la vertiente, y tampoco sabemos si en la vertiente o en el río está lo que buscamos, que sería el final desquiciador. La solución del acertijo. ¿Me siguen no? Recuerden que esto no es más que un gesto de abrupta honestidad, que por vez primera, yo, el elegido para contar esta historia, estoy dando las claves de la confección total de un texto total, en donde todo se entrecruza y todo se subvierte al final del cuento. Un cuento corto eso si.
Lo que de verdad no importa es el orden de los acontecimientos, pero debemos ser minuciosos, narrar todos los hechos para que aparezca claramente el significado del gesto escritural. Decíamos que mientras esperaban a orillas de la carretera por algún vehículo que los llevara a dedo hasta Vicuña, uno prendió la grabadora y comenzó un levantamiento. Un levantamiento consiste en recolectar lo que quiera decir alguien, imágenes orales de un personaje -por ejemplo. Las impresiones, las sensaciones, pensamientos, quejas, chistes, secretos. Así, la suma de los levantamientos generó una bitácora oral del viaje, que fue escuchada a la vuelta.
Durante la espera, llegó un tipo y dijo que si queríamos hacer una peguita. Qué hay que hacer. Levantar una tonelada de cemento dos veces, la paga era de diez lucas. Fuimos a ver. Nos pareció que era poco. Le exigimos cinco lukas para cada uno, se negó, amagamos con irnos. Está bien, empiecen.
Terminamos agotados, hicimos la pega en dos horas, luego cogimos un bus directo a P. Elqui. Esa anoche acampamos en un erial sin pedirle permiso a nadie, nos aseguramos que la carpa permaneciese invisible a los ojos de los comentarios y nos fuimos a tomar un vinito a la plaza. Al borde de la pileta.
La llevó al río, cruzaron el puente y ahí mismo quiso contarle que desde allí se lanzó al agua. La madre escandaliza lo recriminó. Pero cómo Julio, dónde estaba tu primo. No sé por ahí, con el italiano. ¿Y Talasita? No se tiró, le dio miedo. Si la madre hubiese visto, en todo caso, el río más arriba, a la altura de Cochiguaz, y se hubiese percatado de las peripecias que tuvieron que hacer para llegar al lugar de las fotos, y si hubiese presenciado el deslizamiento de J por la roca gigante, que casi le cuesta la vida, uff, nos mata a todos.
Hasta aquí todo bien. La narración debería empezar a conducir al lector hacia el final, pues nuestra intención es manufacturar un cuento corto, por respeto al lector de acuerdo con el escritor que huye hacia adelante. El problema es que según un par de próseres del relato, lo importante es visualizar el final del texto desde el comienzo. Saber desde donde empezamos y hacia donde nos dirigimos. Lamentablemente en este arrebato insólito de honestidad, carecemos de tamaño requerimiento. ¿Qué hacer entonces? Continuar, desde luego.
Meses antes del viaje, botado en la calle o en algún rinconcito de esos en donde se publican anuncios domésticos, como busco compañero de apartamento, necesito alguien que quiera pasear perro Grandanes o gato perdido, pelaje negro, ojos verdes, etc. J recogió un papelito con la siguiente inscripción : Se ofrece cuenta cuentos, chaman y charlatan locombiano. Come tres veces al día, bebe vino y fuma mucho. Interesados escribir...
No lo pensaron dos veces y mandaron a pedir a semejante criatura.
Les toco esperar, por cierto, más de la cuenta, pero a ninguno le importó, pues el paisaje era maravilloso, el viento fresco y cerca del río había bastantes higos secos que recoger. Se mojaron las patitas, llenaron las botellas con agua helada y continuaron sentados a la espera de que el brebaje hiciera efecto. A los noventa minutos comenzaron prodigiosas modificaciones funcionales de nuestras mentes. Y nuestro demente acompañante alzó la voz mirando a R directamente al corazón.
-¿Eres tú adivino? ¿Has anunciado eventos futuros mediante la lectura de augurios, interpretando sueños o trazando figuras en el agua? ¿Has adornado con guirnaldas de flores los sitios donde hay ídolos? ¿Has chupado la sangre de otros? ¿Has caminado durante la noche convocando la ayuda de los demonios? ¿Has bebido o se lo has dado a beber a otros para descubrir secretos o el lugar donde se encuentran objetos perdidos o robados?
Y R sin explicarse de a donde salieron sus palabras respondió:
-Me habría gustado, y estaba esperando … Aprendí muchas cosas acerca de mí mismo y de mi trabajo interior… Comencé a cobrar conciencia y era inconcebiblemente maravilloso percibirla y estar cerca de ella. El mundo estaba tan lejos de Dios, y todo era más importante que volver... Pero vi como creamos el fiasco nuclear para amenazar la existencia del planeta, como si fuera sólo a través de la amenaza de la aniquilación completa como la gente podría despertar y comenzar a preocuparse por los demás, una piedra, una flor, un insecto.Maravillosamente libre y despejado. Llegando a este punto R prendió fuego a una antorcha de palmera y se la pasó a J y este a M. Abrieron el círculo eternamente abierto y ausente, la comunicación total sin palabras, el imperio de Khaos, la re, la re, la realidad. Miraron la constelación del dragón hasta que la planta los poseyó completamente y el silencio desconocido de las alturas hechizó sus pasos y sus pensamiento y sus sentimientos sensacionales se desbocaron en una orgía salvaje con la prostituta del infierno, Ku, la mujer diablo del culto de la Serpiente Negra, quien los cuidó hasta que el sol los bañó de clara mañana recordándoles que el camino es lento.
El viaje es largo y las piruetas varias. Las paradojas se nos aferran y la lectura se hace cara a los ojos del que recuerda, ¿no es verdad acaso, que lo que llegamos a imaginar siempre existe, de otra forma, en otro lugar y en otro tiempo, nítido y lejano, igual que en sueños?
5 comentarios:
el atractor extraño?
Imágenes muy interesantes. Cuidado con las aspiraciones a lo "total y lo absoluto" creo que Lihn habló de ello. Hitler y Napoleón aspiraron a novelas totales.
Bueno, sería eso.
Saludos!
Apreciado profesor Arellano: Me embriago este relato por sus pretenciones y por la sencillez que es su medio. Desborda cada palabra suya para acceder a un todo del sentido.
Siento que los proximos dias seran una constante despedida.
Si las nubes no anticipan en sus formas...
y si yo soy todos mis amigos y ninguno cuando pasan...
Espero nada, os lo doy todo...!
Despacio que vas de afan...!
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